Los acólitos en flor
Por: Lorenzo García Tamayo
Todos los problemas del País se van a resolver, cuando el Gobierno cambie. ¡Mentira!
Como si se tratase de un artilugio mágico. La MUD insiste en afirmar que si el Gobierno cambia, todo va a solucionarse. El discurso de la MUD y sus “acólitos en flor” se circunscribe a eso: “Necesitamos controlar la Asamblea”.
La MUD perdió el rumbo democrático combatiendo a Chávez. Se convirtió en antagónico espejo, que terminó mimetizando el discurso chavista, en algo que a la postre resultó ser más de lo mismo, pero de peor especie.
La MUD sabe que este Régimen no es democrático. Pero cayó en su juego, cuando legitimó sus interminables tropelías, hasta convertirse en cruel verdugo de grandes mayorías independientes de la población venezolana, quienes han tenido que ver y soportar con estupor cómo, quienes tenían el deber y la obligación moral de defender la Democracia, se abrogaron liderazgos y controles sobre cualquier manifestación institucional o movimiento social de rechazo a la autocracia, para apagar fuegos al gobierno a cambio de prebendas.
Así sucedió en el caso de los estudiantes y la chispa incendiaria que aplacó el diálogo colaboracionista. La Constitución ha pasado a ser, de Carta Magna, a un trapo viejo y maloliente del que se sirven por igual ambos bandos. Tanto los esbirros del oficialismo cómo los colaboracionistas de la oposición, ahora apuntalados por “los acólitos en flor”, hacen comparsa legitimadora al bodrio criminal que con poder hegemónico ejerce el Estado. Esta ha sido la tarea esencial servida por la MUD y sus “acólitos en flor”, para darle peso y legitimidad al Régimen. De nuevo reiteran la necesidad de diálogo, la depuración del CNE y el llamado a participar en comicios electorales, como si solamente de eso se tratara el problema País.
Recordemos a Jackeline Farías cuando sirvió como instrumento para menoscabar de manera paralela los derechos constitucionales obtenidos legítimamente en comicios electorales por el Alcalde Mayor electo. Esta suerte de dictadura que ostentosamente mantiene un discurso desvergonzado, en el que el Gobierno militar se ofrece con desparpajo como paladín de las libertades democráticas, solo ha servido para eso, darle al Gobierno un poder absolutista de dominación ominosa, bajo la égida absurda, sesgada y segregacionista de pobres, ricos, blancos, indios, negros, escuálidos, apátridas, socialistas y revolucionarios, fomentada inescrupulosamente a través de la dádiva menesterosa y el odio.
La MUD es lo más parecido a un carnaval. Se cambian las caretas, y quienes dejan sus roles asumen otros de mayor compromiso para legitimar el colaboracionismo a nivel nacional. Mientras el nuevo “monigote” con aires de popularidad sustituye a Aveledo, éste recorre el país en funciones diplomáticas colaboracionistas, como en el caso de Lara. Al unísono, en cada región se designan nuevos actores que le cantan loas al diálogo y a la participación electorera, mientras el Gobierno le pone a cada crimen político y desmán público el nombre que le venga en gana, al tanto que la oposición sin pañuelo en la nariz y mirando hacia el mismo lado, habla solo de su tema colaboracionista mientras avala con un silencio cómplice la destrucción total de lo que nos queda de País, entregado vilmente al castro-comunismo.
La herida sobre la que se regó dolor y llanto, ha dejado una cicatriz indeleble en la sociedad venezolana, y quedará para toda la vida. Es y será la libertad mancillada. Seguirá latente y palpitante y servirá a propios y extraños, cómo bálsamo y detonante, según sea el caso, para fortalecer ánimos y enardecer persistencias, en quienes sabemos que no todo está perdido y que el tiempo de las rectificaciones nunca es tardío.
Etiquetas: colaboracionismo, Lorenzo García Tamayo
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