En Pos de la Verdad

Por: María Walter

El camino electoral permite ver que "el autobús" va lleno, la gente -la ciudadanía- acostumbrada al hecho de votar, lo ha asumido como parte natural de la vida en el contexto de nuestra cultura democrática caracterizada por la practica del “dejar pasar” que, llevando permanentemente al archivo del olvido asuntos esenciales asume el ejercicio cortoplacista como “el arte” de sentirse impotente ante “situaciones de interés colectivo” que, respondiendo a la “lógica de la inoperancia del Estado y sus funcionarios” ha adquirido “músculo” –como se le dice ahora a aquello que ha ido consolidando- sin que para nada, se busque profundizar en el análisis de la causalidad real de esa visión cortoplacista con la que hemos estado asumiendo el futuro y que, ha “especializado” estos tiempos republicanos. Como quiera que se hace necesario trascender el momento presente, considero importante decir que:

1. Las comunidades (sea en el barrio o la urbanización) "conocen" cuales son sus necesidades reales, mas aun ese tener "noción de realidad" acerca incluso de lla forma en que se resuelven tales necesidades, es lo que lleva precisamente a tenerseles(tenersenos) "público cautivo",por los "candidatos o fórmulas electorales" que, asumiendo tales necesidades como propias, “se brindan como opción para encaminarlas" teniendo como oferta la realización a futuro (los futurines), sin embargo, “conquistado el poder” el velo del olvido nuevamente se impone y, de nuevo las promesas -vez tras vez- quedan incumplidas y por supuesto, esas necesidades suficientemente comentadas en campaña, por insatisfechas van "acumulándose". En tiempo electoral –o incluso como ahora pre-electoral- tales necesidades son base para la plataforma electoral, sirven como programas de gestiòn -las mismas promesas de años- es esa, la causa por la que "electoral-mente" se sigue visitando barriadas y urbanizaciones, regalando abrazos, besos y baratijas -sean estas del calibre de techos de zinc, bloques o electrodomésticos, cupos en misiones o carritos de supermercado llenos de exquisiteces- total para todos los gustos y "estrato de electores" la publicidad y la propaganda electoral tiene "algo que ofertar", así pletóricos de ilusiones los electores acceden a confiar porque "el esta vez será" moviliza emocionalmente y la esperanza nuevamente reverdece, solo que, llegado al punto de lo concreto, atendiendo a la razón, la necesidad de evaluar se impone y entonces vale preguntarse ¿Cuánto de lo ofertado ha sido efectivamente otorgado? asì la respuesta darà con los indicadores de calidad de gestiòn social… Muda respuesta de esperanzas pasadas pisoteadas o tiradas a la basura, promesas incumplidas y, subiendo la cuesta, en los barrios las casas cayéndose cuando llueve, los albergues primeros en la lista como solución; los hospitales eternamente en reparaciones o sus quirófanos contaminados y, los médicos utilizando el paro como forma de exigir soluciones a “las autoridades”; las escuelas con sinfín de “pendientes” para el próximo año escolar (maestros, bibliotecas, canchas deportivas, derrames de aguas negras, filtros, pizarrones, pupitres y, la necesaria valoración del maestro, siempre mal pagado y, ahora tenido a menos con respecto a su visión/experiencia/proceso de producción de cono-cimientos en aula); las colas haciéndose necesarias para todo, la cesta alimentaria por las nubes, en fin agregue Ud. todo aquello que considere y, la lista crecerá y crecerá junto a la inseguridad... y ello es así porque precisamente, el poder estatuido no resuelve, se “salta” las necesidades y por saltárselas, estas siguen en "lista de pendientes" y, si alguna noción de calidad se tuviera que brindar con respecto a los procesos de gestión local, regional, nacional existentes es “la pobre calidad de la gestión publica venezolana”.

2. Las comunidades llevan años "aceptando el ruleteo" de sus propuestas y sin embargo, acostumbradas como están a solicitar "ayuda del poder constituido" y quedar y quedar para "otro" presupuesto, asumen como válido continuar "eligiendo representantes" para que, en su nombre investidos de poder "otros resuelvan", desconociendo tal vez que, en esa simple acción de elegir "su" representación "delega el máximo poder": EL PODER SOBERANO, así EL PUEBLO SOBERANO, es decir LA CIUDADANIA INVESTIDA DE PODER cede su rol decisorio (el poder político ) a terceros que legitimados mediante el sufragio –y en su nombre- como “los elegidos” tomarán decisiones en ejercicio de la SOBERANIA “otorgada”, independientemente tales decisiones efectivamente favorezcan (o desfavorezcan) a la ciudadanía que confiada otorgó de sí EL PODER POLÍTICO, así la función pública que acciona a través de las instituciones "asume como propio" EL PODER CIUDADANO y como tal acción no es mas que un contrasentido, lógico resulta que, "las listas de los pendientes” crezcan y crezcan con el paso del tiempo porque el Estado y sus instituciones está por encima de la ciudadanía que, “cautiva” como en estado de “encantamiento” alegremente se asimila a la fiesta electoral -juega con papelillos, pitos, participa de comparsas o caravanas, total la esperanza es el ingrediente catalizador- gracias a la cual, cuando pasan los meses -los años- y las necesidades insatisfechas se sienten con todo el peso de lo irracional, ilógico, impensable, inaceptable, impropio que es, la protesta se asume como el elemental recurso ciudadano y entonces, el poder estatuido “dejando de lado” que dicho poder le fue conferido por los electores, asumiendo “la violencia legítima” llega a utiliza la fuerza - -el poder de las armas- reprimiendo si es necesario a quienes sintiéndose afectados -burlados, negados- protestan como ejercicio de legitimo derecho, solo que, ante el ejercicio de ese derecho, a su vez, “la violencia legitima” está regulada y, en consecuencia, es derecho del Estado ejercerla contra la ciudadanía que cansada -entre dormida aún- siente impotencia ante la desatención de sus planteamientos y exigencias...
   

Vistos 1 y 2, que sentido tiene otorgar el poder a terceros???

La fuerza està en tì. En tì, està la fuerza.